martes, 17 de agosto de 2010

John Boyd Dunlop y la rueda de caucho.



Durante siglos los transportes con ruedas fueron incómodos e inseguros. Unan la escasa velocidad con la que podían ser tirados por unos caballos cansados, con la incomodidad de las carretas. Las ruedas de maderas a veces reforzadas con metal, transmitían todas las irregularidades del terreno a los cuerpos de los que iban dentro de las carretas. La suspensión metálica que empezó a utilizarse a finales del siglo XVII ayudó un poco con éste problema.


Cuando los primeros motores de vapor y luego de gasolina hicieron posible el automóvil, las incomodidades se hicieron aún más patentes. En 1887 el inventor escocés John Boyd Dunlop jugaba con su hijo, le había comprado un pequeño triciclo. El triciclo era pequeño pero su hijo lo era más todavía, ni con toda su fuerza podía mover el triciclo por el jardín, solamente se podía mover por las superficies lisas.

Dunlop era un hombre ingenioso y estaba bien informado. Desde que los exploradores de los trópicos descubrieron las propiedades del caucho, personas como él le buscaron nuevas aplicaciones. El inventor se dio cuenta que el problema de su hijo estaba relacionado con la superficie de las ruedas de madera, como eran muy delgadas, todo el peso se concentraba en una superficie muy pequeña. Para aumentar la superficie de las ruedas Dunlop las cubrió con un tubo de caucho, su hijo ya pudo jugar perfectamente por el jardín.

Un año después presentó la patente de este invento que hizo posible el automóvil moderno. En 1888 Dunlop se convirtió en el padre de la rueda de caucho. Pocos años después millones de personas se desplazaban con comodidad, seguridad por todo el mundo, gracias a un juego de niños.

Fuente: Enrique Ganem. El explicador.

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