viernes, 26 de abril de 2013

Ana Montes: La espía cubana en el Pentágono


Ana Montes lleva encerrada una década con algunas de las mujeres más peligrosas de EEUU. Ella está en una celda de dos literas en la cárcel de Carswell en Fort Worth (Texas). Sus compañeras de celda han sido diferentes criminales, entre ellas Lynette Fromme que intentó asesinar al presidente Ford. Pero esto no ha suavizado a la ex niña prodigio del Departamento de Defensa. Años después de que fue capturada por espiar para Cuba, Montes se mantiene desafiante. "La cárcel es uno de los últimos lugares que jamás hubiera elegido para estar, pero por algunas cosas en la vida vale la pena ir a la cárcel".

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Ana Belén Montes.  FUENTE

Al igual que Aldrich Ames y Robert Hanssen, Ana Montes engañó a los servicios de inteligencia. Durante el día, era una funcionaria en su cubículo en la Agencia de Inteligencia de la Defensa. Por la noche, trabajaba para Fidel Castro, pasando archivos cifrados. Montes espió durante 17 años, con paciencia y método. Pero Montes, no sólo engañó sus colegas, ella también traicionó a su hermano Tito, un agente especial del FBI, a su ex novio Roger Corneretto, un oficial de inteligencia del Pentágono especializado en Cuba, y a su hermana, Lucy, una veterana de 28 años en el FBI que había ganado condecoraciones por ayudar a desenmascarar a espías cubanos.

Días después del 11S, la oficina local del FBI en Miami estaba en alerta máxima. Así que cuando un supervisor le dijo a Lucy Montes que fuera a su oficina, ella no se inmutó. Pero esta reunión improvisada no tenía nada que ver con el 11S. Le comunicaron que su hermana Ana, había sido arrestada por espionaje.

Ana nació en una base militar de EE.UU. en 1957. Su padre de origen puertorriqueño era un médico del Ejército respetado. Ya fuera del ejército se instaló en Towson, a las afueras de Baltimore, donde Alberto ejerció como psiquiatra privado. Era un hombre respetable pero de puertas para dentro golpeaba a sus hijos y a su mujer. La madre de Ana se divorció de él y ganó la custodia de sus hijos. Ana que era la mayor de los hermanos tenía 15 años cuando sus padres se separaron

En su tercer año en la Universidad de Virginia, Ana conoció en España donde estaba en un programa de estudios a un apuesto estudiante argentino de izquierdas que le "abrió los ojos" sobre el apoyo de EEUU a los regímenes dictatoriales. Después de la Universidad, Montes se trasladó brevemente a Puerto Rico, pero no encontró un trabajo adecuado. Cuando un amigo le habló de un puesto como oficinista en el Departamento de Justicia en Washington, dejó atrás las consideraciones políticas y comenzó a trabajar.

Montes destacó en el Departamento de Justicia y en menos de un año el Departamento de Justicia le concedió a Montes una autorización de seguridad de alto secreto. Ahora podía revisar algunos de los archivos más sensibles del Departamento de Justicia. Por las tardes Montes realizaba un máster en la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados (SAIS) de la Universidad Johns Hopkins. Sus puntos de vista políticos se endurecieron. Montes desarrolló un odio hacia las políticas de la administración Reagan en América Latina y en especial por el apoyo de EE.UU. a los contras nicaragüenses.

En 1984, el servicio cubano de inteligencia la reclutó como agente. Un amigo en SAIS sirvió como facilitador. Montes era un regalo del cielo. Era de izquierdas, bilingüe y había deslumbrado a sus supervisores del Departamento de Justicia, con su ambición e inteligencia. Pero lo más importante, tenía autorización de seguridad de alto secreto. Montes visitó en secreto Cuba en 1985 y luego, siguiendo las instrucciones, se preparó para los puestos que le dieran mayor acceso a información clasificada. Aceptó un trabajo en la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), la principal agencia de inteligencia militar para el extranjero delPentágono.

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Durante los siguientes 16 años, Ana Montes destacó, tanto en Washington como en La Habana. En la DIA fue promovida una y otra vez. Montes se convirtió en la principal analista de la DIA para El Salvador y Nicaragua, y más tarde para Cuba. En la sede de la DIA, se le conocía como "la Reina de Cuba." Los cubanos también le entregaron una medalla pero esta no se la podía llevar a su casa ni exhibirla.

Desde su cubículo C6-146A en la sede de la DIA en la Base de Anacostia-Bolling en Washington, que tuvo acceso a cientos de miles de documentos clasificados. Por las tarde ya en su hogar, ella escribía todo lo que memorizaba durante el día en un ordenador portátil Toshiba. Noche tras noche, volcaba sus secretos clasificados en disquetes baratos comprados en Radio Shack.

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En La Habana, los agentes del servicio de inteligencia cubano habían enseñado a Montes como pasar la información, cómo comunicarse con ellos y cómo desaparecer si era necesario, incluso le enseñaron cómo mentir en el polígrafo, cosa que hizo en la propia DIA en 1994.

Montes pasaba sus mensajes cifrados por la radio de onda corta. Ella sintonizaba la frecuencia en 7887 kHz. Cada pocas semanas, cenaban con sus contactos en los restaurantes chinos de la zona donde les pasaba sus disquetes cifrados. Incluso viajó a Cuba en cuatro ocasiones. Dos veces, utilizó un pasaporte cubano falso y otras dos veces obtuvo la aprobación incluso del Pentágono para visitar Cuba. Cuando Montes necesitaba transmitir un mensaje urgente, utilizaba teléfonos públicos para llamar a buscas controlados por los cubanos.

En 1998, la oficina de Miami con la hermana de Ana, Lucy a la cabeza había descubierto una red de espionaje cubano con sede en Florida, la denominada Red Avispa, espías cubanos que trataban de penetrar en la base del Comando Sur de EE.UU. en Doral. Lucy se ganó los elogios de los altos mandos del FBI. Pero el triunfo de Lucy se convirtió en desesperación para Ana. Los espías cubanos dejaron de ponerse en contacto con ella durante un tiempo. Comenzó a tomar antidepresivos.

Dentro de la DIA, estaba por encima de toda sospecha. Informaba a los Jefes de Estado Mayor, al Consejo de Seguridad Nacional, e incluso el presidente de Nicaragua sobre las capacidades militares cubanas. Ayudó a redactar un informe del Pentágono afirmando que Cuba tenía una "capacidad limitada" para dañar a los Estados Unidos y podría suponer un peligro para los ciudadanos de EE.UU. sólo "bajo ciertas circunstancias." Ella iba a ganar otro ascenso, estaba a punto de acceder a la información más preciada. De no haber sido por otro empleado de la DIA llamado Scott Carmichael.

Carmichael.  FUENTE

En septiembre de 2000, Carmichael tenía una patata caliente. Chris Simmons de la contrainteligencia de la DIA, había sido informado que un empleado del gobierno de EE.UU. estaba espiando para los cubanos. El FBI sabía que el sospechoso tenía acceso de alto nivel a la inteligencia de EE.UU. en Cuba, que tenía un ordenador portátil Toshiba para comunicarse con La Habana, pero con tan pocos datos, la investigación del FBI se había estancado. Carmichael se puso a trabajar entre los trabajadores de la DIA, tras más de un centenar de opciones posibles el nombre "Ana Belén Montes" apareció en la pantalla de Carmichael.

Carmichael la conocía y sospechaba de ella pero no tenía pruebas concluyentes. Después de nueve semanas de implacable campaña de Carmichael consiguió que el agente del FBI, Steve McCoy, abriera una investigación completa sobre Montes. El FBI asignó a más de 50 personas. Se consiguió una de registro para el apartamento, el coche y la oficina de Ana. Agentes del FBI la firmaron realizando llamadas sospechosas desde los teléfonos públicos. Se tuvo acceso ilimitado a los registros de crédito de Montes. Se supo que había comprado con tarjeta de crédito en 1996 en una tienda de CompUSA en Alejandría un portátil Toshiba.

Pero se necesitaba una prueba concluyente. El 25 de mayo de 2001, el agente del FBI  Lapp y un pequeño equipo de especialistas entraron en el apartamento de Montes estaba fuera de la ciudad con Roger Corneretto también de la DIA con quien había iniciado una relación. Encontraron una radio de onda corta Sony. A continuación, encontraron el portátil Toshiba. Ellos copiaron el disco duro y se marcharon.

Varios días más tarde, se recuperaron varios archivos que la comprometían, pero el FBI necesitaba más. Se creía que los códigos de cifrado los tenía Montes en el bolso. Se le llamó a una sala de conferencias cercana para que Montes no llevase el bolso. Dentro de él encontraron los códigos de advertencia para los buscas. El FBI tenía que cerrar más el asunto para que Ana no pudiese salirse con la suya.

Pero llegó el 11S y el DIA estaba en pie de guerra. Ana fue nombrada jefe de la división ejecutiva. Los supervisores de la DIA no sabían nada de la investigación. Montes era la jefa del equipo para señalar la lista de objetivos para Afganistán. Había que acelerar su detención.

El 21 de septiembre de 2001, Ana Montes fue llamada a la oficina del inspector general de la DIA, desde donde fue llevada a una sala de conferencias, donde los agentes del FBI  McCoy y Lapp la esperaban. Montes se puso pálida y preguntó si estaba bajo investigación y pidió un abogado, se le comunicó que estaba bajo arresto por conspiración para cometer espionaje. Más tarde el FBI encontró en el apartamento de Montes la clave que ella utilizaba para cifrar y descifrar mensajes y las frecuencias de radio de onda corta.

McCoy y Lapp  FUENTE

Podría haber sido acusado de traición, un delito capital, pero se declaró culpable de espionaje, a cambio de una condena de 25 años. Militares y agencias de inteligencia pasaron años evaluando las consecuencias de los delitos de Ana Montes, llegando a la conclusión que fue una de las espías más perjudiciales en la historia de EE.UU.


Vía: Washington Post




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